Quien sea un amante del arte del Renacimiento no puede dejar de visitar Florencia. Es un museo al aire libre. Puedes pasar todo el día mirando a un lado y a otro, simplemente paseando por la calle, y pensar que te falta el aire contemplando tanta belleza. Y si todavía no resulta suficiente, el Bargelo, los Uffici, el Palazzo Pitti, la Santa Croce, Santa Maria Novella, la Galleria de l'Accademia albergan en su interior los tesoros más inimaginables que el ser humano pueda contemplar.
Para ver la maravilla que hoy comparto no es preciso entrar en ningún museo, ni pagar ninguna entrada. Basta sólo con situarse en la puerta principal de la Catedral (Santa Maria dei Fiori) y mirar hacia el pequeño templete de enfrente, el Baptisterio. Corresponde a un fragmento de sus famosísimas Puertas del Paraíso.
El encargo de estas puertas fué uno de los hechos más importantes de la época, ya que se hizo por concurso, al que se presentaron siete artistas del momento entre los que destacaban Ghiberti, Brunellesci, Donatello y Della Querzia. Como prueba se debía realizar uno de los cuarterones representando la escena bíblica del Sacrificio de Isaac. Resultó ganador un joven llamado Ghiberti, de sólo 21 años. Brunellesci se sintió tan defraudado que nunca más volvió a esculpir.