El comercio a lo largo de la Ruta de la Seda se
realizaba en las principales ciudades, nudos de comunicación y de intercambio.
Para llegar a esos puntos, las mercancías eran transportadas por caravanas que recorrían largas distancias. En muchas ocasiones, estas distancias duraban varios días, por los que se debía pernoctar en el desierto. Los nómadas
impusieron sus ancestrales formas de vida a esas caravanas y sus tiendas
cobijaron a los mercaderes y viajeros a lo largo de toda la ruta.
En la fotografía os muestro un campo de yurtas en mitad del desierto. Si tenéis la oportunidad de dormir en ellas, reviviréis fielmente la vida nómada del desierto y podréis disfrutar de un singular paseo en camello, si es vuestro deseo.
Creo que lo mejor de la experiencia es el silencio, ese silencio intenso y denso de la nada. En el horizonte sólo oscuridad, el cielo cuajado de estrellas y el único sonido algún crepitar de las plantas secas de alrededor y del fuego encendido en el campamento. Una experiencia mágica.
En la fotografía os muestro un campo de yurtas en mitad del desierto. Si tenéis la oportunidad de dormir en ellas, reviviréis fielmente la vida nómada del desierto y podréis disfrutar de un singular paseo en camello, si es vuestro deseo.
Creo que lo mejor de la experiencia es el silencio, ese silencio intenso y denso de la nada. En el horizonte sólo oscuridad, el cielo cuajado de estrellas y el único sonido algún crepitar de las plantas secas de alrededor y del fuego encendido en el campamento. Una experiencia mágica.