Hoy comparto con vosotros otra de las imágenes que no necesitan explicación. Se trata de la Gran Muralla China, otra de las joyas declaradas Patrimonio Universal de la Humanidad por la UNESCO desde 1987 y además, una de las siete maravillas del mundo.
Tiene más de 21.000 Kilómetros, evidentemente no todos se pueden visitar ya que hay muchos segmentos pràcticamente derruidos.
Una de las secciones más visitadas por su excelente restauración es la que se encuentra en Badaling, a unos 80 Km de Pekín, una posta de carretera que ha ido creciendo alrededor del turismo que, en cantidades inimaginables, cada día visita ese monumento.
Siempre había soñado ver la Gran Muralla. Era uno de los motivos por los que quería ir a China. Y la verdad es que continúa siendo uno de los únicos motivos por los que volvería.
Visitarla exige un mínimo de forma física, porque, tal como dicen los chinos, la muralla "se sube", "se escala". El paso de ronda es amplio como una calle y va adaptándose al relieve, de forma que hay lugares en los que es prácticamente plano, pero en otros hay escalones y rampas pronunciadas. Puedes encontrar escalones que salvas apenas con levantar el pie, y al cabo de unos metros escalones de más de 40 centímetros de alto.
Así que, la aventura de llegar al punto más alto de la muralla en ese sector es algo que tiene recompensas. La primera contemplar a un lado y a otro cómo una serpiente pétrea se desliza entre las montañas sin ver ni el principio ni el fin, y la otra, un certificado que te emiten, con tu nombre y apellidos, en el torreón de la cumbre conforme "Elisenda Segura has climbed the Great Wall". No sé si alguna vez lo tendré que utilizar para algo... igual para algún currículum!