Mi viaje a China fue precedido por un hecho que marcó un antes y un después en el mundo. Apenas hacía siete días desde los atentados del 11S. Muchos de mis amigos querían disuadirme de hacer un viaje en aquellas fechas, pero siempre he pensado que quien viaja asume un riesgo y que lo que había ocurrido, al contrario, incrementaría al máximo las medidas de seguridad.
Y así fué. Lo peor del viaje fueron los controles en los aeropuertos, los miles de policías, militares y personal de seguridad que nos fuimos encontrando por todos los lugares públicos. Así que la seguridad era máxima.
Corría el año 2001 y hacía apenas meses que Hong Kong había pasado de nuevo a soberanía china. Por aquel entonces la diferencia entre el país y la metrópoli era abismal. Mientras que en la República Popular las ciudades empezaban a desarrollarse de forma casi explosiva, en Hong Kong las inversiones extranjeras dudaban en abandonar o no sus sedes ante la incertidumbre del futuro.
Todo hacía presagiar que el progreso de Hong Kong siempre superaría el del país que iba a recuperarlo después de su dependencia de la corona británica. Pero la vorágine con la que ha crecido China en la última década ha nivelado esas diferencias. Además, el sistema económico se mantiene. Hong Kong capitalista bajo la soberanía de un país comunista. Y qué decir del sistema administrativo y judicial que también es independiente, e incluso existen aduanas y fronteras entre ellos.
La fotografía que comparto es de una avenida de Hong Kong. Los edificios nuevos se contraponían a los que se encontraban en deplorable estado.
Fijáos en el cartel publicitario! Es de carretes de fotos!! Ya véis el progreso en apenas 13 años!