A veces nos empeñamos en ir a buscar tesoros a la otra punta del mundo, sin darnos cuenta que muchos de ellos los tenemos a tocar.
Una de mis sorpresas fue Almagro (Ciudad Real), la capital del denominado Campo de Criptana, un pueblo en el que la historia está presente a cada paso que das.
Casas señoriales, conventos, iglesias, palacios de los señores de la época, la herencia de los Fugger (los Fúcares), los banqueros del siglo XVI que hicieron de Almagro su sede principal en España, y en el que construyeron edificios para administrar y almacenar el mercurio que se extraía de las minas de Almadén y el grano que procedía de los campos de Castilla.
Pero la pieza principal es el Corral de Comedias, que se encuentra en la Plaza Mayor, erigido en la época de mayor esplendor de la Villa, el siglo XVII, a imagen de los que se construyeron en Inglaterra en la época Isabelina.
En ese teatro se continúan haciendo representaciones de obras clásicas y, fruto del esfuerzo de la villa, se ha consolidado un festival estable de teatro. Durante un mes cada año, el mes de julio, se representan por parte de compañías de todo el mundo, en los diversos espacios de la villa, más de sesenta obras de teatro, con un único hilo conductor: el amor por el teatro del Siglo de Oro.
Os recomiendo que no dejéis de visitar Almagro. Paseadla a pie, pero no os perdáis la visita guiada que ofrece una compañía formada por dos licenciados en Historia del Arte, que tiene su oficina en una de las esquinas de la Plaza Mayor. Utilizan un vehículo eléctrico, una especie de trenecito, y explican hechos históricos mezclados con anécdotas muy curiosas, como la que explica la frase famosa: "Quedar peor que Cagancho en Almagro".
Y por encima de todo, probad el queso manchego y las Flores de Almagro, unos postres deliciosos que acompañan con helado de avellana.