En el Valle de Zelme, en Capadocia, las formaciones geológicas del lugar han dado lugar a un paisaje único en el mundo. No sin motivo, por su rareza, algunos lo han denominado "paisaje lunar".
La roca calcárea, por efecto de los millones de años de erosión, ha dado lugar a formas caprichosas y a cuevas y cavernas que han sido utilizadas como viviendas estables por los distintos asentamientos humanos a lo largo de la Historia, desarrollándose verdaderas comunidades que en su época de máximo esplendor llegaron a los 20.000 habitantes.
En este valle, excavadas en la toba, pude visitar las iglesias rupestres más bellas que he visto en mi vida con frescos inigualables, dignos de cualquier iglesia bizantina. Estas iglesias fueron utilizadas durante el primer período del cristianismo y están erigidas en honor a sus primeros símbolos. Afortunadamente no está permitido hacer fotografías en el interior, por lo que no podré compartir ninguna con vosotros. Si no fuera así, batallones de incultos turistas foráneos y nacionales lanzarían sin piedad sus flashes sobre las pinturas, por mucha prohibición que hubiera, sin pensar en el deterioro que estas fotografías causan en las imágenes.
La imagen que hoy comparto es de una de las formaciones que el aire y la escorrentía han moldeado en la roca del valle. Es el denominado Camello y ya podéis imaginar el motivo.