Pasear por el barrio de Gion, en Kioto, para alguien como yo, amante de la cultura tradicional japonesa es un regalo para los sentidos. Si además está lloviendo tímidamente, el pavimento está mojado y resplandece con los faros de los lujosos coches que van deteniéndose frente a los restaurantes, en los que los adinerados hombres de negocios japoneses agasajan a sus invitados, la imagen que se percibe es única.
Pero nada de eso puede igualar la aparición de una geisha o una maiko dirigiéndose a la cita en un restaurante. Cuando las ves, sientes mariposas en el estómago.
Hoy comparto con vosotros la fotografía de una maiko con la que tuve la fortuna de cruzarme en la calle.
La fotografía tiene un aspecto muy interesante: la pintura del cuello de la maiko. Esa pintura no es casual. En la cultura tradicional japonesa, la nuca de las mujeres es una zona erótica de primer orden como podría ser el escote en la cultura occidental. Es justo por ese motivo que no se utiliza maquillaje en esta zona y se deja la piel al descubierto para realzarla y darle protagonismo. Puede hacerse en la forma como la que se ve en la fotografía o en algunos otros casos en forma de W invertida.
Sólo os puedo decir que el tumulto de la calle se paró y el silencio se hizo tan grande que únicamente se podía oir el crujido de la seda de los kimonos y el repiqueteo de las zapatillas de madera sobre el piso mojado.