La fotografía que hoy comparto es una escultura del patio del Museo Canterbury. Su belleza, en mi opinión, radica en su liviandad. Tienes que fijarte mucho para poder apreciar los cables metálicos que la sostienen y la mantienen en ese perfecto equilibrio. Sorprendente es uno de los adjetivos que mejor la definen. Espero que la disfrutéis tanto como yo cuando hice esta foto.