ITERUM
Sirmione, a las orillas del Lago Garda, en la província de Brescia, al
Norte de Italia, es un pueblo de ensueño, de cuento de hadas. Está
situado en una península que se adentra en el lago, por lo que existe
una única carretera de ida y vuelta que en verano es prácticamente
imposible de transitar. Por tratarse de un municipio turístico al cual
acuden los alemanes, holandeses, austriacos e italianos del Norte, el
pueblo está lleno a rebosar y es difícil encontrar un lugar dónde comer,
dónde tomar un helado o dónde sentarse.
Pero el pueblo vale la pena: cuenta con dos balnearios, un casco antiguo precioso con un castillo medieval y las ruinas de una antigua villa romana.
El castillo de Sirmione, llamado Rocca scaligera es una fortaleza reconstruida en el siglo XIX al cual se accede por un puente levadizo. Vale la pena pasear por sus callejuelas y salir de las principales vías turísticas, difícil pero no imposible, y visitar sus dos iglesias, sobre todo la de Santa Maria de las Nieves, románica de gran belleza.
Las propiedades sulfurosas del agua de Sirmione la convierten en estupenda para la salud. Dos instalaciones termales, la de Catulo y la de Virgilio, dan servicio a los turistas que buscan, además del descanso, un plus en el cuidado de su bienestar.
Y por si eso todavía no fuera suficiente, la villa romana de Catulo se muestra al visitante con sus mejores vistas desde el lago, en un tour que se organiza en la dársena frente al castillo. Es curioso, pero hasta que se produjeron las excavaciones arqueológicas del siglo XIX se tenía la idea de que se trataba de un sistema de cuevas a las que pusieron el nombre del poeta Catulo, por estar documentada su presencia en Sirmione durante largas temporadas. Pero las campañas arqueológicas desvelaron que no se trataba de un grupo de cuevas sino de una villa romana y que por su datación, no podía haber pertenecido al poeta. Pero el nombre no se modificó.
El paseo en barca es bucólico. Ver las orillas del Lago es un espectáculo. Las villas de las grandes fortunas europeas y americanas jalonan todo el perímetro del Lago.
Por cierto, al lado mismo del castillo, justo a la izquierda de la foto que hoy comparto, está el Hotel Sirmione, que fué utilizado durante los veranos por la soprano Maria Callas, en su búsqueda de reposo.
Pero el pueblo vale la pena: cuenta con dos balnearios, un casco antiguo precioso con un castillo medieval y las ruinas de una antigua villa romana.
El castillo de Sirmione, llamado Rocca scaligera es una fortaleza reconstruida en el siglo XIX al cual se accede por un puente levadizo. Vale la pena pasear por sus callejuelas y salir de las principales vías turísticas, difícil pero no imposible, y visitar sus dos iglesias, sobre todo la de Santa Maria de las Nieves, románica de gran belleza.
Las propiedades sulfurosas del agua de Sirmione la convierten en estupenda para la salud. Dos instalaciones termales, la de Catulo y la de Virgilio, dan servicio a los turistas que buscan, además del descanso, un plus en el cuidado de su bienestar.
Y por si eso todavía no fuera suficiente, la villa romana de Catulo se muestra al visitante con sus mejores vistas desde el lago, en un tour que se organiza en la dársena frente al castillo. Es curioso, pero hasta que se produjeron las excavaciones arqueológicas del siglo XIX se tenía la idea de que se trataba de un sistema de cuevas a las que pusieron el nombre del poeta Catulo, por estar documentada su presencia en Sirmione durante largas temporadas. Pero las campañas arqueológicas desvelaron que no se trataba de un grupo de cuevas sino de una villa romana y que por su datación, no podía haber pertenecido al poeta. Pero el nombre no se modificó.
El paseo en barca es bucólico. Ver las orillas del Lago es un espectáculo. Las villas de las grandes fortunas europeas y americanas jalonan todo el perímetro del Lago.
Por cierto, al lado mismo del castillo, justo a la izquierda de la foto que hoy comparto, está el Hotel Sirmione, que fué utilizado durante los veranos por la soprano Maria Callas, en su búsqueda de reposo.