ITERUM
Para llegar al Wellington Botanic
Garden hay que tomar un funicular que parte desde el centro de la ciudad y que asciende por las colinas. A mitad de camino descienden del trenecillo la mayoría
de ocupantes - por supuesto hay un buen motivo, la Universidad está en el
meridiano del trayecto- mientras que el resto continúa hasta la última parada
para poder disfrutar de la belleza del entorno.
En el jardín botánico, inmenso,
se pueden apreciar todo tipo de árboles y plantas, flores y vegetación
arbustiva. Especiales son los gigantescos helechos, planta que es el símbolo de
Nueva Zelanda.
A mi personalmente me impresionó
la rosaleda de Lady Norwood, miles de rosales que habían explotado en miles de
rosas de todas las clases y colores. El olor era embriagador.
También recuerdo vivamente la
casa de las begonias y, por encima de todas las maravillas, el gran
invernadero, de estilo británico Victoriano, que guardaba un precioso tesoro:
Miles de orquídeas, a cual más hermosa, se mostraban en su plenitud de color.
El espectáculo de la naturaleza en su estado más sublime.