lunes, 14 de septiembre de 2015

SON LAS FOTOGRAFIAS DE MIS VIAJES. ITERUM. Jungla de Chiang Rai. Thailandia

ITERUM

Viajar a un país y no intentar conocer sus costumbres y sus gentes es pasar de puntillas e irte por la puerta de atrás. La mayoría de los turistas se conforman con ver las maravillas arquitectónicas, naturales y culturales, pero temen mezclarse con sus gentes y visitar sus casas, sus poblados o sus lugares de culto.
Si vas a Thailandia perderte las visitas a sus tribus perdidas en la jungla es como ir a Perú y no visitar Macchu Picchu, o a París y no ir a ver la Tour Eiffel. Sabíamos que no sería fácil y que podría resultar duro emocional y físicamente. Pero no pensábamos renunciar a ello.
Nos advirtieron de las duras condiciones en las que viven estas tribus, en mitad de un hábitat inhóspito, húmedo y con muchos obstáculos para conectarse con los pueblos más cercanos. Asimismo, nos hablaron de las condiciones higiénicas y alimentarias de niños y ancianos.
Nos llamó la atención el hecho de que los niños sólo comían proteinas un dia a la semana. En clase, en el colegio de la aldea, las profesoras se preocupaban de dar a los niños un huevo duro un día a la semana, para que su dieta de arroz y verduras se completara de algún modo. Nuestro guia nos dijo que podíamos colaborar en la adquisición de algunas galletas o caramelos para los niños de la escuela que íbamos a visitar.
Pensamos que eso no era suficiente. Así que nos pusimos manos a la obra y entre todos los que íbamos en el grupo decidimos hacer algo más que eso. La noche anterior a nuestra excursión fuimos al mercado. Compramos 20 cartones de huevos, galletas, caramelos... Pero todavía creíamos que eso no era suficiente y que debíamos comprar la caña para enseñar a pescar... Así que nos hicimos con cinco gallinas y un gallo! Y eso tampoco nos pareció suficiente. Y compramos además dos cerditos negros todavía lechones (cerdo y cerda para ser exactos)
A la mañana siguiente nos dirigimos en el todoterreno a los poblados de la montaña. Ya os podeis imaginar el resto. Sólo deciros que los niños se pusieron en fila frente a nosotros y nos cantaron a voz en grito "Frère Jacques".