Milford Sound es un fiordo que,
desde el Mar de Tasmania, se adentra quince kilómetros tierra adentro, entre
picos escarpados de más de mil metros de altura que impresionan a cualquiera
que haga el recorrido por mar.
Se trata de uno de los parajes turísticos más visitados de la isla sur de Nueva Zelanda y no es de extrañar. Está integrado en el llamado Fiordland National Park, o dicho en maorí el Wahipounamu, declarado Patrimoni Universal de la Humanidad por la UNESCO.
Basta abrir bien los ojos para darte cuenta que lo que ven es único. Cascadas que se abalanzan sobre el mar con torrenciales caidas de agua, glaciares que llegan apenas unos metros más allá, fauna y flora espectacular. Los pingüinos, los delfines, las focas viven en sus aguas y sus rocas, ofreciendo a los pasajeros de los barcos que recorren estos quince kilómetros un espectáculo inigualable.
No es de extrañar que Kipling lo definiera como la octava maravilla del mundo.
Llegar allí no es fácil ya que está lejos. Tardas unas cuatro horas por carretera para llegar a los embarcaderos. Pero también hay otra forma más sencilla y rápida de llegar: en avioneta. Si el panorama desde el mar es una maravilla, os puedo asegurar que desde el cielo es eso, celestial.
Se trata de uno de los parajes turísticos más visitados de la isla sur de Nueva Zelanda y no es de extrañar. Está integrado en el llamado Fiordland National Park, o dicho en maorí el Wahipounamu, declarado Patrimoni Universal de la Humanidad por la UNESCO.
Basta abrir bien los ojos para darte cuenta que lo que ven es único. Cascadas que se abalanzan sobre el mar con torrenciales caidas de agua, glaciares que llegan apenas unos metros más allá, fauna y flora espectacular. Los pingüinos, los delfines, las focas viven en sus aguas y sus rocas, ofreciendo a los pasajeros de los barcos que recorren estos quince kilómetros un espectáculo inigualable.
No es de extrañar que Kipling lo definiera como la octava maravilla del mundo.
Llegar allí no es fácil ya que está lejos. Tardas unas cuatro horas por carretera para llegar a los embarcaderos. Pero también hay otra forma más sencilla y rápida de llegar: en avioneta. Si el panorama desde el mar es una maravilla, os puedo asegurar que desde el cielo es eso, celestial.