Viajar a Italia es siempre un
placer. Es uno de mis destinos preferidos. Soy una enamorada de todo lo
italiano: sus ciudades, sus paisajes, su arte, su diseño, su gente, la moda, y
si a eso le añades a Monteverdi, Verdi, Rossini, Bellini, Puccini, grandes
compositores de ópera, el círculo se cierra a la perfección.
Todo en Italia colma mis sentidos. Siempre descubro algo nuevo que me fascina. Desde un convento con unos frescos impresionantes, a un restaurante con encanto donde puedo deleitarme con la magnífica cocina italiana.
Todo en Italia colma mis sentidos. Siempre descubro algo nuevo que me fascina. Desde un convento con unos frescos impresionantes, a un restaurante con encanto donde puedo deleitarme con la magnífica cocina italiana.
Uno de mis últimos
descubrimientos fue por casualidad. Cuando visitas Anacapri, la mayoría nos
dedicamos a disfrutar del circuito turístico que alcanza a la calle principal,
algunos senderos que llevan a distintos miradores encima del mar, la fábrica de
perfumes Carthusia y los comercios de venta de limoncello.
Apenas dos calles más allá de
este circuito me encontré frente a la puerta de la Chiesa di San Michele
Arcangelo, ahora convertida en museo. Y me enfrenté a una de las maravillas que
he contemplado con mis ojos.
El suelo de la iglesia es un
mosaico de azulejos que representan el Edén. Adán y Eva con los animales de la
creación. Para verlo correctamente sólo se tiene que ascender al coro. Os prometo que el espectáculo es fascinante.