lunes, 24 de agosto de 2015

SON LAS FOTOGRAFIAS DE MIS VIAJES. ITERUM. Maldivas.

ITERUM
Cuando uno viaja mucho, al final tiene la sensación de que los paisajes se repiten. Tengo un amigo que es fiel defensor de esta teoría y argumenta que todos los entornos que se encuentran en las mismas latitudes, norte o sur, son iguales.
Pero en el momento en que el viajero ve por primera vez un paisaje y éste tiene la capacidad de sorprenderlo, se produce la magia. A mí me ocurrió cuando tomé el hidroavión para trasladarme desde el punto de partida en Male (capital de Maldivas) hacia el atolón dónde se encontraba el resort en el que iba a pasar unos días de relax y descanso, tras mi periplo por Sri Lanka.
Cada complejo hotelero tiene un lounge de atención al pasajero en el puerto de partida de los hidroaviones. Por orden estricto de salida cada grupo de turistas accede al hidroavión señalado y en pocos minutos te encuentras volando sobre Male. Despegar desde el agua es una emoción añadida.
A los pocos minutos empieza el espectáculo. De repente se presenta ante la pequeña ventanilla del hidroavión un rosario de islas azul turquesa que, unas a medio camino, otras completamente sumergidas y otras emergidas en su totalidad, salpican un mar tan especial que no se puede describir con palabras. Y entonces se produce el milagro: estás ante un paisaje inédito, único y que tus ojos ven por primera vez. Nada de lo que has visto anteriormente se parece lo más mínimo, aunque lleves a tus espaldas centenares de horas de vuelo, miles y miles de kilómetros y hayas visitado decenas de países.
Y es en esos momentos en que te das cuenta de que las teorías, son eso, teorías y que la naturaleza siempre se guarda en el bolsillo la carta ganadora.