lunes, 10 de agosto de 2015

SON LAS FOTOGRAFÍAS DE MIS VIAJES. Buda. Budapest. Hungría

Nuestro primer viaje al extranjero fue a la República Checa y Hungría. No habíamos salido nunca de nuestras fronteras y no nos costó mucho decidirnos por visitar Praga y Budapest, puesto que en aquel momento eran destinos "de moda" a los que habían viajado algunos miembros de nuestra familia. Por tanto, salíamos de casa con mucha información y más ilusión, si cabe.
Budapest era una ciudad que acababa de liberarse de la influencia soviética tras la caida del Muro de Berlín, pero los efectos de décadas de aislamiento habían configurado una ciudad que mezclaba ese encanto decadente propio del Imperio Austro-húngaro con barrios enteros de bloques de pisos de hormigón, propios de regímenes totalitarios, por tanto alejados de cualquier encanto.
Pero el Parlamento, los puentes sobre el Danubio, las termas (acordaos del anuncio de Danone), la Basílica de San Esteban, el Teatro de la Ópera, la Sinagoga, la calle Baci, y sobre todo, la parte antigua situada en la colina de Buda, valían por sí mismas el viaje.
La fotografía que hoy comparto es precisamente de la colina de Buda, desde la que se divisa una de las vistas más maravillosas de Pest y del Danubio. En esa colina se encuentra el Castillo, la Iglesia Matías y el Bastión de los Pescadores, que es precisamente el monumento de la fotografía que hoy comparto con vosotros.
El Bastión es una construcción que se erige justo en el mismo lugar de una ciudadela medieval, desde la que los pescadores de la ciudad la defendieron de sus enemigos. Se trata de un pequeño castillo con siete torres, que representan las siete tribus magiares. A mí personalmente me gustó mucho el exterior, parece un castillo encantado en miniatura, pero me quedé un poco perpleja cuando accedimos al interior, puesto que no es más que una serie de pasadizos y pequeñas salas que desembocan en un mirador de defensa. Está claro que tiene misión bélica y nada tiene que ver con los cuentos o la fábulas.
Pero lo más fabuloso de la ciudad de Budapest fue descubrir las pastelerías y cafés propios de la época imperial, especialmente la pastelería Gerbaud, una de las más antiguas del mundo.