Ya os conté en otro post que el único viaje que he realizado en mi vida sin cámara fotográfica fue el año pasado, cuando junto con nuestros mejores amigos, visitamos Bélgica. Nuestro periplo nos llevó a Bruselas, Brugges, Gante y Lovaina.
Viajé sin cámara, porque nuestro amigo llevaba consigo la suya y es un fotógrafo excepcional. De esta forma, compartíamos planos imaginarios y era él quien realizaba las fotografías.
Así que, el reportaje que tengo es suyo. Todo, excepto la foto que comparto, que realicé con el iphone de mi marido en ese rincón mágico en el que se puede ver cómo se refleja en el canal el imponente Belfort. Es una de las imágenes más repetidas por todos los turistas, pero creo que cada uno le imprime su particular sello: el ángulo, la luz, la situación del momento, así que cada una es distinta de la otra.
