No hace falta viajar hasta la otra parte del mundo para encontrar verdaderas maravillas.
La fotografía que hoy comparto es un fiel reflejo de esa teoría. Pertenece al Palacio Real de Olite, en Navarra. Se trata de una construcción espléndida formada por un conjunto de múltiples estancias, jardines y fosos, rodeados por altas murallas y rematadas por numerosas torres. En su época de esplendor fué considerado uno de los más bellos de Europa. Una parte de ese complejo, el Palacio Viejo, es actualmente el Parador de Turismo de la localidad.
Toda la villa es espléndida y las vistas que se pueden divisar desde las torres más altas del Palacio, al que muchos llaman castillo, son espectaculares. El hecho de considerarlo un palacio es por su carácter cortesano, en el que los aspectos residenciales prevalecen sobre los puramente militares y defensivos.
Si queréis disfrutar no os perdáis sus fiestas patronales en honor a la Santa Cruz en el mes de septiembre. Coincidimos con esas fiestas y os aseguro que el ambiente en la calle es magnífico, desde encierros con vaquillas hasta verbenas con música en directo en la plaza principal, sin olvidar la magnífica gastronomía de la zona.
