Kandy es una de las ciudades más bellas de Sri Lanka. No es de extrañar que en el año 1988 fuera declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Es una ciudad que se encuentra en la zona más montañosa del país, por lo que los paisajes que la rodean son espectaculares. Lagos, montañas, campos de té y plantaciones de mangos hacen de ese enclave un paraiso verde.
Kandy es además uno de los principales centros religiosos del Budismo, ya que cuenta con un conjunto arquitectónico fabuloso, el Dalada Maligawa, en el que se encuentra el Templo del Diente de Buda, en el que miles de peregrinos acuden para orar y venerar la reliquia que se guarda en un cofre de oro, al que envuelven otros seis. Familias completas realizan ofrendas y pasan horas sentados en el suelo cerca de la reliquia y contemplando los tesoros que se guardan en el templo.
Todos los meses de julio, se celebra el festival de Kandy, en el que participan millares de peregrinos, elefantes magníficamente adornados, grupos de bailarines y acróbatas en una frenética sucesión de luces y música.
Visitar la reliquia requiere estar dispuesto a hacer cola junto con centenares de fervorosos que quieren hacer sus ofrendas y ver de cerca el relicario de oro. Y después de un buen rato, los vigilantes apenas dejan tres segundos a cada persona delante de la ventana de cristal del lugar sagrado.
La fotografía que hoy comparto es del mirador del templo, cerca de la biblioteca, en la que se guardan los libros sagrados y numerosos documentos históricos del Dalada Maligawa.