Si hay un lugar mágico en el mundo, ese es Petra.
El día que estuvimos allí fué uno de los más emocionantes de mi vida. Tuvimos que salir muy temprano del hotel por la mañana para poder aprovechar todas las horas del día y también para empezar la visita sin sufrir los excesos del sol, que allí cae a plomo.
Cuando llegas al comienzo del siq (desfiladero) el corazón empieza a latirte con la velocidad que presagia el inicio de una aventura. Te sientes como un explorador que va a descubrir algo grande.
El trayecto por el siq es alucinante. Serpenteante y maravilloso se descubre poco a poco entre las altas paredes rosadas, jalonadas por nichos, frisos y bajorrelieves. El más impresionante, una caravana entera esculpida en la pared que se dirige justo hacia el tesoro, formada por camellos y comerciantes de la Ruta de la Seda.
Y de repente, aparece ahí, por una pequeña rendija que dejan dos de las curvas del camino. Enfrente tienes la visión más famosa de Petra. El Tesoro. Esa imagen que hizo famosa la película de Indiana Jones.
Pero la fotografía que hoy comparto es de otro de los monumentos más famosos de Petra. El Monasterio. Para llegar hasta allí hay que ascender por el desfiladero y subir un total de más de 900 escaleras, claro y luego hay que volver a bajarlas!. Así que, si pensáis visitar Petra, no debéis olvidar que hay que estar en buena forma, o estar dispuesto a alquilar un burro-taxi y acabar con las posaderas molidas.