lunes, 5 de enero de 2015

SON LAS FOTOGRAFIAS DE MIS VIAJES. Khiva. Uzbekistán.

Para conocer mínimamente Uzbekistán nada mejor que visitar sus principales ciudades, adentrarse en el mundo rural, desde el desierto hasta los valles más fértiles y empaparse de las costumbres de sus habitantes.
Casi todos los tours organizados inician su andadura en Tashkent, continúan hacia Samacanda, siguen por Bukhara y finalizan en Khiva. Algunos optan por el circuito al revés.
Creo que la opción buena es la primera, y lo digo fervientemente convencida. Empezar en Taschkent y acabar en Khiva es una espiral creciente. Es como la música de una sinfonía que empieza con un movimiento Lento, continúa con un movimiento Andante en Samarcanda, otro Moderato en Bukhara, para finalizar con un Allegro en Khiva. Porque, ésta última es la guinda del pastel, la culminación de un viaje espléndido y maravilloso por un país plagado de historia y de singularidad.
La fotografía que hoy comparto es precisamente de Khiva una ciudad amurallada, ancestral Joresme, con un casco antiguo, en el que apenas viven unas dos mil personas cuyas viviendas se encuentran sometidas a una reglamentación estricta. Este casco antiguo, a todas luces uno de los más bellos que he visto en mi vida, denominado Itchan Kala, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, se asienta sobre un antiguo oasis que servía como última posta para las caravanas que se dirigían a Persia. Dentro de la muralla se encuenta la Madraza Djouma, mausoleos y otras madrazas menores, y por encima de todos estos edificios dos palacios del Khan de Khiva. Especial es el palacio de las mujeres del Khan, el harén.
La imagen muestra el minarete inacabado, Kalta Minar, símbolo de la ciudad, que si se hubiera acabado hubiera alcanzado la mayor altura del mundo musulmán. Se encuentra en el recinto de la madrasa de Mohamed, que ahora ha sido convertida en un hotel.
Pasear por la noche por ese casco antiguo en silencio, contemplar los millones de estrellas que ofrece ese cielo limpio y sereno te da la oportunidad de soñar, y pensar que de un momento a otro va a atravesar el cielo Aladino volando en su alfombra mágica.