Todos los que seguís mis posts, lo que os agradezco de todo corazón, habréis podido comprobar que en muy pocas ocasiones publico retratos. Y es porque mi respecto por la imagen de los demás y el pudor por la propia, me hacen ser tímida a la hora de hacer fotografías a las personas, incluso cuando estamos en plena calle, y mucho más a la hora de salir en ellas.
Pero cuando frente a la cámara se coloca una imagen tan dulce como la que comparto hoy con vosotros, y además es la propia persona la que está gustosa de que le hagas una foto, entonces no puedes perder la ocasión.
Estábamos de visita a una escuela rural, en un pueblo en el que los niños tenían como mascota una serpiente pitón con una cabeza más grande que la de un bebé, jugaban con ella como si fuera el perro del vecino, y paseaban a lomos de elefantes pequeños mientras sus padres labraban la tierra y explotaban los bosques de teca de los alrededores con los elefantes adultos.
La foto fue tomada en el año 2000, así que el muchachito seguro que es un guapísimo adolescente que su madre tiene que vigilar con ojos de halcón.