Ya sabéis que no me gusta salir en las fotografías de mis viajes. Tanto es así que no tengo casi ninguna fotografía en la que aparezca a pesar de los miles de fotografías que he llegado a atesorar de todos ellos.
Pero hoy publico una fotografía que me hicieron hace 19 años a la puerta de una casa en el Valle de los Reyes en Luxor porque en ella se ilustra un hecho que me parece muy interesante.
El Islam se sustenta sobre varios pilares: la profesión de fe, la oración, la limosna... y uno de los principales es el denominado Hajj, es decir, la peregrinación a la ciudad de La Meca. Todos los musulmanes, siempre y cuando su economía y salud se lo permitan, deben peregrinar a La Meca una vez en su vida.
En esta región de Egipto, cuando alguien va a peregrinar durante ese año, engalana la fachada de su casa con pinturas alegóricas y recibe a sus vecinos para compartir con ellos su dicha. Esta es una de esas casas. Su propietario iba a iniciar su viaje en breves días y la casa era un hervidero de gente entrando y saliendo, tomando té, dátiles, leche y dulces. Las alfombras que véis en el banco de piedra de la izquierda servían para realizar largas tertulias por la noche, ya que durante el día era imposible permanecer al sol.
Sólo os puedo decir que durante la visita al Valle de los Reyes ví un termómetro digital al lado de un pequeño refugio con el techo de cañizo que marcaba una temperatura de 52º. Es la temperatura más extrema que he vivido, pero no la más calurosa, porque el clima es seco y se soporta mejor que en otros lugares húmedos de la tierra como Anghkor, en Camboya, por ejemplo.