Recorrer en barca el rio Mekong justo en el punto en que empieza su inmenso delta es una experiencia maravillosa. En la Historia Universal vemos cómo las principales civilizaciones se desarrollaron a orillas de los ríos, tanto por su necesidad de abastecimiento de agua como por ser vías de comunicación que no precisaban la construcción de infraestructuras para cumplir su función.
Parece que los "hijos del río" sean, pues, una especie que se comporta de forma muy similar desde sus ancestros y guardan muy poca diferencia entre ríos o paises.
Os comento este detalle porque hemos tenido el privilegio de recorrer algunos ríos en barca viendo cómo los habitantes de sus rivas desarrollaban su quehacer diario, sus costumbres y sus modos de vida y vivienda. Y os aseguro que hay muy pocas diferencias entre ellos, salvo en los paises desarrollados en los que el río pasa a ser un paisaje y no un modo de vida.
Los niños que viven a orillas del Nilo o los que lo hacen a orillas del Mekong se parecen mucho más de lo que cabría esperar por los miles de kilómetros de distancia que los separan. Juegan, nadan, se asean, pescan y van al colegio a través del río. Para ellos, el río es todo.
Lo mismo pasa con las mujeres. Toda su vida gira alrededor del río, sus quehaceres diarios, la crianza de los niños, el comercio en barca de los productos que recolectan los maridos en los campos, etc. Para ellas, el río es todo.
Y qué decir de los hombres. Son los encargados de los campos, de llevar los productos al mercado, de cargar las barcas de transporte de mercancías pesadas, de pescar con red, ... Para ellos, el río es todo.
La fotografía que hoy comparto con vosotros es de una escena cotidiana. Viendo la cara de felicidad de las tres personas que aparecen en ella, no es necesario que añada ninguna otra palabra.