martes, 17 de mayo de 2016

SON LAS FOTOGRAFIAS DE MIS VIAJES. Kaikura. Nueva Zelanda

Viajar a Nueva Zelanda es un privilegio. Lo digo con todas las letras, un privilegio para cualquier ser humano al que le guste la Naturaleza en estado puro, casi inviolada por la mano del hombre ni los efectos del, bajo mi punto de vista, mal denominado progreso. Valles glaciares impresionantes, cordilleras montañosas con picos que se pierden en el cielo, ríos y lagos con tal reserva de agua que no deja de asombrarte. 
Pero no olvidéis que Nueva Zelanda, es un archipiélago formado por dos islas, la Norte y la Sur, y por lo tanto, un maravilloso hábitat marino en el que las especies más grandes del mundo acuden para alimentarse por la abundancia de placton y pequeños ejemplares. Es el caso de los cetáceos y de los calamares gigantes.
Pero si de avistar ballenas se trata, el mejor lugar del mundo para verlas en su hábitat es, sin duda, Kaikura. El paisaje que rodea a esta pequeña aldea de, antaño, pescadores es fantástico. Dos cadenas montañosas gemelas, con picos nevados de más de 2000 metros, se alzan en paralelo a la costa, dando lugar a un paisaje de verdes valles, ríos caudalosos y desembocaduras de glaciares.
Por la mañana, temprano, salen las embarcaciones preparadas para el avistamiento. Se trata de lanchas rápidas con todo tipo de avances tecnológicos para poder detectar el lugar en el que se encuentran las ballenas. Por el camino, grupos de delfines saltan a proa, a estribor y a babor. Son grupos muy numerosos y algunos ejemplares parece que compiten por demostrar que su pirueta es la mejor.
Cuando los marineros de la embarcación están próximos al avistamiento, avisan a los pasajeros que se preparen. Las instrucciones son sencillas. Para saber exactamente por qué lugar va a emerger, se utilizan dos parámetros: la posición respecto a proa y la hora de las manillas del reloj. Por tanto, hay que estar muy atento cuando una voz grita ¡Por babor, a las cinco!. La respiración se contiene. Pasan apenas unos segundos y aparece. Está ahí, su cabeza primero, el discurrir de su enorme cuerpo después, y finalmente esa cola inmensa, magnífica, como un gran abanico que, cual si fuera una nadadora experta, entra en el agua sin apenas ruido, en un deslizamiento perfecto.
Y en ese momento es cuando te sientes muy pequeño, minúsculo en la inmensidad de la Naturaleza y la vida te cambia. Literalmente.


14 comentarios:

  1. No me cabe duda que el viaje tuvo que ser un reencontrarse con una naturaleza casi olvidada en nuestra memoria ya que la mano del hombre lo trastoca todo y no siempre para bien.
    Gracias por compartir tus experiencias en estas alejadas y naturales tierras.
    Un saludo.

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    1. Es para mí un placer compartir estas experiencias. Nada tendría sentido si fuera individual, por eso, intento transmitir mis sentimientos a la hora de hacer la foto. El blog se aleja de un típico blog de viajes e intenta ser uno de fotografías con experiencias.
      Gracias por tus comentarios. Feliz tarde.

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  2. Es un enfoque estupendo: la foto y las sensaciones que has vivido. Gracias por compartir ambas.

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    1. Gracias a ti por compartir estos viajes conmigo. Un placer.

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  3. Precioso post, conozco a otros viajeros que me han contado sus eexperiencias, y coinciden contigo.
    Gracias por compartir y tu forma de narrar
    PD. Tienes que escribir in libro de viajes

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    1. Me alegra mucho que te haya gustado. Son experiencias tan vividas que apuntan a las letras sin esfuerzo. Sólo se trata de recordar y compartir.
      Gracias por tus comentarios, guapísima
      PD: Lo del libro de viajes es un piropo por tu parte.

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  4. Todo un privilegio Elisenda!!!!!
    Que maravillosa experiencia!!!!
    Un sueño por cumplir...
    Una preciosa entrada!!!
    Un cariñoso abrazo!!!!

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    1. Gracias por viajar conmigo y compartir mis experiencias. Me alegro tanto de tener personas como tú a las que les interesa mi blog!.
      Un beso, guapísima.

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  5. Hola Elisenda, que bien!!! nada menos que Nueva Zelanda. Yo lo más cerca que he visto este paraíso que describes al final es en Tenerife con las pequeñas ballenas, los calderones tropicales y ya fue un sueño. Yo siempre que viajo me siento pequeña y cada vez más, y en esta inmensidad me ahogo. Gracias y un beso

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    1. Qué bonito comentario, querida Emerencia. Tengo la sensación de que mis experiencias son compartidas cuando recibo vuestras impresiones. Así que, me siento feliz.
      Un beso, guapísima.

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  6. Sueño con vivir en persona el momento que describes. Cuando lo haga, porque lo haré tarde o temprano, espero no sentirme defraudada por las emociones que experimente. Gracias, Elisenda, por darme alas para vivir en la imaginación una experiencia tan intensa.

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    1. Seguro que en el momento que la veas emerger te va a parecer que el corazón se te sale del pecho. La experiencia no sólo es visual, es auditiva. Escucharla respirar, ver cómo abre su agujero respiratorio y cómo sopla el agua... maravilloso!!!

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