Para contemplar las mejores vistas de Chiang Mai lo mejor es acercarse al Parque Nacional Doi Suthep-Pui, en el que se pueden encontrar los dos montes gemelos que dan nombre al parque.
Subiendo un buen tramo de escaleras, más de 300, pudimos acceder a la cima del monte Suthep en el que se encuentra uno de los templos más maravillosos que he visto en mis viajes. Se trata del templo, tan bonito como impronunciable es su nombre, Wat Phrathat Dio Suthep. Si me preguntáis si vale la pena el esfuerzo, indiscutiblemente os diré que sí, sin duda. (Según tengo entendido, desde que estuvimos allí, han construido un funicular que te lleva hasta la cima).
Es un centro de peregrinación para los budistas formado por distintas construcciones, todas ellas cubiertas de pan de oro que lo hacen espléndido. Por supuesto hay que entrar sin zapatos, como en todos los templos budistas, ya que el budismo no acepta materias animales en sus templos.
En la puerta, lo primero que llama la atención es la estatua de un elefante blanco. Según cuenta la leyenda ese elefante, portando la reliquia de buda, buscaba un lugar para depositar ese tesoro. Anduvo tanto por la montaña que cayó desfallecido y ese lugar fue el elegido para construir el templo a finales del siglo XIV, durante el reinado de Lanna.
Además de pagodas, estupas y templos, también hay un centro de meditación budista en el cual los monjes ayudan a las personas, tanto en lo material como en lo espiritual.
Además de pagodas, estupas y templos, también hay un centro de meditación budista en el cual los monjes ayudan a las personas, tanto en lo material como en lo espiritual.
Ni que decir tiene que la visita fue maravillosa, pudimos disfrutar de un paseo magnífico al atardecer, contemplar una panorámica de Chiang Mai espectacular, sin niebla, y vivir el budismo en su máximo exponente, lo que seguro, me hizo mejor persona.