En todos los templos de Japón puedes encontrar personas
devotas llevando a cabo sus plegarias y oraciones y portando ofrendas a los
dioses.
Los japoneses son muy respetuosos con las tradiciones, y no
lo son menos con la religión que es una expresión de su amor por la naturaleza
y por los antepasados.
Los sintoístas se lavan en las fuentes cercanas a los templos
y beben agua con unos cazos especiales de madera de bambú antes de sus
ofrendas. Tienen la costumbre de dar tres palmadas, realizar una reverencia y
tocar la campana cuando llegan ante la capilla principal del Kami (el dios
principal al cual está dedicado el templo en cuestión). Tras este ritual hacen
la ofrenda crematística, depositando monedas o billetes en un cajón que se
encuentra frente al lugar de oraciones. Pero no os imaginéis un pequeño cajón,
no. El cajón de las ofrendas tiene el tamaño de un féretro.
En todos los templos te encuentras pequeñas tiendas
regentadas por un monje o una monja, según sea la comunidad que tiene encargada
la custodia del templo, en las cuales se pueden comprar las tablillas de
pregaria, que cada creyente escribe con su petición, y también campanillas o sonajeros
para atraer la atención de los dioses y alejar a los demonios.
La fotografía corresponde al templo de Nikko. En ella se muestran las tablillas con las oraciones que os acabo de comentar, colocadas en el soporte especialmente dedicado para ello.
La fotografía corresponde al templo de Nikko. En ella se muestran las tablillas con las oraciones que os acabo de comentar, colocadas en el soporte especialmente dedicado para ello.