lunes, 23 de noviembre de 2015

SON LAS FOTOGRAFÍAS DE MIS VIAJES. Asuán. Egipto.

Justo enfrente de la Isla Elefantina, que divide en dos grandes ramas el Nilo a su paso por Asuán, se eleva en un montículo el Mausoleo del Aga Khan. El edificio, realizado en granito rosa, ocupa uno de los lugares más simbólicos para los ismailitas, puesto que muchos siglos atrás sus antepasados fundaron la dinastía Fatimí (chiitas) en la ciudad de El Cairo. Los fatimíes creen que son descendientes directos de Fátima, la hija de Mahoma y su esposo. De ahí su nombre.
El mausoleo tiene un diseño muy similar al resto de tumbas de los califas fatimíes de Egipto. Un edificio de planta rectangular con cúpula. 
La esposa del Khan, la Begum Madre, muy popular en Occidente gracias a la prensa del corazón y a sus relaciones con las distintas casas reales europeas, construyó la mansión blanca, justo a mitad de camino entre el mausoleo y el río, en la que se instaló a la muerte del Khan. Cada dia depositaba una rosa roja en la tumba cuando estaba en Egipto y encargaba esta misma misión a su jardinero cuando debía ausentarse de la casa. A su muerte fue enterrada en el mismo lugar.
Llegar hasta la cima de ese pequeño montículo exige un pequeño esfuerzo ya que el clima de Asuán es caluroso y las visitas suelen ser por la mañana, cuando aprieta el calor. Para llegar a la base del camino es necesario tomar una faluca de las que navegan por el río con sus velas al viento. 
Niños en pequeños botes, remando con las manos en las que llevan una especie de palas, se acercan a las falucas para ofrecer productos o simplemente para cantar y recoger algunas propinas. (En nuestro caso "El Porompompero"!!!)
Según la rumorología popular, la tradición en el califato ismailí es que cada año, los súbditos del Khan, regalan al monarca su peso en oro y piedras preciosas, que utiliza para su fundación filantrópica de apoyo a proyectos de mecenazgo.