Cuando pensamos en Tokio siempre imaginamos una megalópolis moderna, con luces de neón y tecnología punta por todas partes, con millones de personas que se desplazan en transportes públicos modélicos, con exquisita educación y con costumbres exóticas bajo la visión de un occidental.
Pero además de todo esto, Tokio esconde barrios tradicionales con tesoros como el que comparto hoy con vosotros. Se trata del Templo de Asakusa, un lugar visitado por multitud de tokiotas y turistas de otras partes de Japón y del extranjero.
El complejo lo forman diversos edificios y pagodas, el más importante el que os muestro en el que se aloja el gigante típico de los templos japoneses. Este conjunto es uno de los núcleos de edificios más antiguos de Tokio, ya que toda la ciudad fue intensamente bombardeada en la Segunda Guerra Mundial y quedó prácticamente arrasada.
Es curioso ver cómo, en apenas unas calles, pasas de avenidas con estética vanguardista a encontrar este remanso de paz en el que parece que el tiempo se ha detenido. Todo el barrio, el más tradicional de Tokio, es igual, plagado de casas de dos plantas con un comercio en el bajo y en el que todavía puedes encontrar los famosos riokan (posadas populares), cines de barrio en los que se proyectan películas japonesas antiguas y las últimas casas de geishas en activo de la ciudad.