Sudáfrica es un país tan diverso que es todo un continente en sí mismo. Desde la Costa de El Cabo, con sus magníficos viñedos entre dos océanos, hasta los parques naturales del Norte, como el Krugger, en ese país puedes pasar desde el clima mediterráneo con su correspondiente flora y fauna, a zonas desérticas, cerca de Swazilandia y la frontera con Mozambique.
La fotografía que hoy comparto es de una de las excursiones más peculiares que he realizado en mi vida. Desde la ciudad de George, en el que hay un museo del ferrocarril, parte el Outeniqua Choo Tjoe, un tren de vapor que empezó a circular en 1928 y en el que tuve el placer de viajar hasta Knysna.
Cuentan en el pueblo que su fundador fue George Rex, al que se le atribuye ser hijo ilegítimo del Rey Jorge III. La verdad es que es un enclave fantástico, con unas viviendas de veraneo espectaculares, en el que se han asentado las fortunas más importantes del país. No en vano, cada mes de julio se celebra el festival de las ostras en los muelles de su estuario, ocupados desde hace unos años por una animada área comercial y de ocio, en la que destacan restaurantes de mariscos y pescados.
El trayecto que realiza el tren es un paseo bucólico, con un traqueteo constante, con soplidos del silbato que hace sonar el maquinista y con el vapor pasando por delante de la ventanilla. Te trasladas a la época romántica del ferrocarril, en la que viajar era una aventura al alcance de unos pocos y cada travesía algo inolvidable.