Visitar Sri Lanka y no detenerse en sus tierras altas es un error que puedes estar lamentando toda la vida. No es fácil llegar a ellas, puesto que la carretera no está en buen estado y además es una de las rutas con más curvas por las que he transitado en mi vida. Siempre que conduzco o subo de pasajera en un coche y circulamos por una carretera plagada de curvas, el recuerdo de la ruta de Nwara Eliya a Kandy asalta mi mente y cualquier comparación me parece hasta absurda. Cientos de curvas, una tras otra sin descanso, que acaban por marear hasta al más resistente.
Pero como os decía cualquier inconveniente bien vale el espectáculo de la Naturaleza que te espera en las alturas. Montañas maravillosas, verdes, antes cubiertas de selva, que los británicos convirtieron en plantaciones de té, alrededor de un precioso lago en el que confluyen todos los arroyos y cascadas que abastecen las plantaciones con el agua de la lluvia que cae día sí, día también.
El verde valle y las montañas, organizados en terrazas diseñadas en perfecta armonía hasta donde te alcanza la vista, están colonizados por brigadas de mujeres y hombres que transitan con cestas colgadas de sus frentes, recogiendo los brotes más tiernos de las plantas, apenas tres o cuatro hojas y un pequeño tallo, que coronan cada rama. Ese es el mejor té, el más apreciado y el más caro. Tenedlo en cuenta cuando compréis té a granel. Observad si son hojas o brotes, puesto que su precio es diametralmente distinto y su sabor nada tiene que ver.
Cuando finaliza su jornada laboral los brotes y las hojas se llevan a las múltiples factorías de procesado, que apenas han cambiado desde el siglo XIX, para su clasificación y secado. Las más afamadas marcas de té del mundo tienen su representación en el valle de Nwara Eliya y ofrecen, a turistas y nacionales, circuitos para explicar todo el proceso de transformación del té, desde la plantación hasta el envasado y exportación.
Es una experiencia inolvidable que queda en tu mente, tu olfato, tu gusto y tu retina, puesto que estas instalaciones se encuentran en las mismas plantaciones y tomar un té contemplando esa inmensa esmeralda que te envuelve es un placer para los sentidos.
Pero como os decía cualquier inconveniente bien vale el espectáculo de la Naturaleza que te espera en las alturas. Montañas maravillosas, verdes, antes cubiertas de selva, que los británicos convirtieron en plantaciones de té, alrededor de un precioso lago en el que confluyen todos los arroyos y cascadas que abastecen las plantaciones con el agua de la lluvia que cae día sí, día también.
El verde valle y las montañas, organizados en terrazas diseñadas en perfecta armonía hasta donde te alcanza la vista, están colonizados por brigadas de mujeres y hombres que transitan con cestas colgadas de sus frentes, recogiendo los brotes más tiernos de las plantas, apenas tres o cuatro hojas y un pequeño tallo, que coronan cada rama. Ese es el mejor té, el más apreciado y el más caro. Tenedlo en cuenta cuando compréis té a granel. Observad si son hojas o brotes, puesto que su precio es diametralmente distinto y su sabor nada tiene que ver.
Cuando finaliza su jornada laboral los brotes y las hojas se llevan a las múltiples factorías de procesado, que apenas han cambiado desde el siglo XIX, para su clasificación y secado. Las más afamadas marcas de té del mundo tienen su representación en el valle de Nwara Eliya y ofrecen, a turistas y nacionales, circuitos para explicar todo el proceso de transformación del té, desde la plantación hasta el envasado y exportación.
Es una experiencia inolvidable que queda en tu mente, tu olfato, tu gusto y tu retina, puesto que estas instalaciones se encuentran en las mismas plantaciones y tomar un té contemplando esa inmensa esmeralda que te envuelve es un placer para los sentidos.
Por fin, de nuevo con nosotros, Elisenda. No sabes cuánto echaba de menos tus aventuras, comentarios y fotos.¡Welcome home, Elisenda! Me ha encantado tu entrada. Esa combinación entre el color esmeralda y los aromas de las plantas del té debe de ser impactante e inolvidable tal y como nos comentas. Mereció la pena el mareo del trayecto con tanta curva, ¿verdad?, igualmente ha merecido nuestra espera para tu vuelta. Un besazo.
ResponderEliminarGracias, querida Carmela. Tenía ganas de volver a compartir con vosotros mis viajes. Un besazo, princesa y gracias por tu compañía.
EliminarHola Elisenda, bienvenida!! si has estado contemplado este paisaje de té, que envidia más sana. Un abrazo
ResponderEliminarEste año he contemplado desierto y megalomanía en Dubai y he disfrutado de la Naturaleza, el Arte y la sensibilidad budista en Myanmar. La fotografía corresponde a otro viaje maravilloso que siempre tengo en mi pensamiento. Gracias, Emerencia. Encantada de volver a estar contigo. Un beso, princesa
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