¿Es cierto
que en Nueva Zelanda hay 9 ovejas por cada habitante?. No sé responder
exactamente a esta pregunta que circula en el vox populi, pero os aseguro que ¡hay
muchas!. En la actualidad se estima que aproximadamente unos 40 millones, pero
a principios de la década de los 80 la población era de más de 70 millones. Se
trata pues, de todo un símbolo para el país, que le ha convertido en el mayor
exportador mundial de lana y carne de ovino.
Desde que
Cook introdujera en el país las ovejas merinas de raza española, la expansión
de este mamífero ha sido constante. Las necesidades de los ganaderos de
disponer de una raza autóctona que tuviera lo mejor de las razas europeas, es
decir, buena lana y buena carne, les llevaron a realizar cruces entre las
ovejas merinas, de excelente lana, con varias razas británicas, mejores
productoras de carne.
El resultado no pudo ser mejor y se consiguieron varias
razas de ovejas propias de Nueva Zelanda, como las corriedale, las perendale o las romney, entre muchas otras.
Ver los
prados de las inmensas granjas neozelandesas es un espectáculo. Pastos hasta
donde te alcanza la vista plagados de pequeñas motas blancas diseminadas, a
veces en pequeños grupos, otras en grandes rebaños durante kilómetros y kilómetros
a lo largo de la carretera, a veces en un valle glaciar, otras en pequeños
montículos y otras en valles tan fértiles que se oye crecer la hierba.
Hacer una
visita a una granja es muy aconsejable. Ver cómo el pastor y los perros
gobiernan rebaños de miles de ovejas, asistir a una fiesta de la esquila, ver
nacer corderitos, tomar queso de oveja fresco o dar el biberón a los corderos
lechales es una experiencia que no olvidaré nunca.
Los granjeros
son tan buenos esquiladores que su Asociación Nacional solicitó que esquilar ovejas
fuera un deporte olímpico, puesto que requiere habilidad, técnica y esfuerzo
físico como cualquier otro deporte. Ni que decir tiene que son los mejores del
mundo, capaces de esquilar una oveja en medio minuto, como lo demuestran en el
campeonato mundial que se celebra cada año.