miércoles, 31 de agosto de 2016

SON LAS FOTOGRAFIAS DE MIS VIAJES. Jerash. Jordania

Cuando hace unos años (¡Cómo pasa el tiempo!) decidimos visitar Siria y Jordania nada hacía presagiar que la situación en la zona acabaría en la catástrofe humanitaria que estamos viviendo en nuestros días. Ya os conté en otros posts sobre Siria mi completa fascinación por ese país, por su Patrimonio cultural y por sus gentes. Desgraciadamente ahora es una nación asolada por la violencia y una población agonizante en manos de bárbaros sin respeto por nada. Por suerte, Jordania está, hasta el momento, libre de esa violencia y sus habitantes pueden vivir en paz.
Me siento profundamente afortunada de haber visto las maravillas que Siria ofrecía a sus visitantes y lloro cuando veo en las noticias, o en fotografías que circulan por las redes sociales, el estado en el que está el país y sus gentes. Es lamentable que los fanatismos lleven a las personas a esos estados de barbarie, aunque cada vez más me inclino por pensar que la religión es sólo el pretexto y en el fondo residen los intereses mafiosos de sus líderes.
La diferencia entre Siria y Jordania ya se percibía en la misma frontera. Era como una iniciación, un rito de paso que te llevaba desde el mundo occidental (Jordania) a Oriente (Siria). Recuerdo perfectamente a nuestro guía, esperándonos en la frontera, frente a un edificio de adobe con el techo de paja, durmiendo con los pies apoyados en la barandilla, igual que un vaquero en el Oeste. Palestino de nacimiento, refugiado en Siria, nos tocó el corazón a todos durante nuestro viaje. Ha sido, sin dudarlo, uno de los mejores guías que hemos tenido en la vida, culto, amante del país que le había acogido, hospitalario hasta extremos insospechados, cuidadoso de sus clientes... Un recuerdo para nuestro hermano Alí.
Pero hoy no os vengo a hablar de Siria, sino de Jordania. Concretamente de una ciudad histórica, maravillosa, espléndidamente conservada, la Pompeya de Oriente, Jerash. El Imperio Romano dejó en ella espléndidas construcciones: un foro oval con una espectacular columnata de la cual parte el Cardo Máximo, en el que todavía se conservan en su cruce con el Decumano, los vestigios de comercios y tabernas de la ciudad, sus pórticos de entrada, entre los que destaca el de Adriano, el hipódromo, dos teatros con una sonoridad excelente, tres iglesias que se levantaron en los primeros años de la cristiandad y una catedral.
Salir del lado sur, pasear por el Cardo Máximo, levantar los ojos y ver la altura de las columnas que lo delimitan y los capiteles que las coronan, los frisos y los bajorrelieves, contemplar las perfectas losas del suelo y deambular sin prisas hasta llegar al magnífico Foro oval, es un placer que justifica que a Jerash se la considere la segunda joya arquitectónica de Oriente tras Petra.


viernes, 12 de agosto de 2016

SON LAS FOTOGRAFIAS DE MIS VIAJES. Mirambel. España

No sé si a vosotros os pasa, pero tener tres días para descansar cuando menos te lo imaginas y hacer una escapadita con la que no contabas, es algo que ejerce sobre mí un efecto balsámico similar al de unas largas vacaciones. Es como una siesta de diez minutos de la que te levantas como si hubieras dormido toda una noche.
Este pasado mes de julio me ocurrió algo así. De pronto, me encontré con tres días libres. Ni me lo pensé dos veces y le propuse a mi marido hacer una escapada. Tenía que ser a un lugar cercano, puesto que la brevedad de tiempo no aconsejaba perder horas en los aeropuertos ni tener que soportar los retrasos que las aerolíneas poco responsables habían producido en los pasajeros en los días anteriores a nuestra salida. Así que me puse a mirar el mapa y el instinto me llevó a la comarca del Gúdar-Javalambre, en Teruel, un lugar poco conocido por la mayoría pero que habíamos visitado hacía ya mucho tiempo.
Conocíamos la parte de Mora de Rubielos, Rubielos de Mora, Valbona por nuestros veranos en la zona, pero no habíamos visitado nunca la zona perteneciente al Maestrazgo lindante con Castellón. Un error imperdonable. Así que nos montamos en el coche y empezamos ruta. 
Sólo os puedo decir que ha sido todo un acierto. Hemos descubierto pueblos maravillosos, casi todos ellos incluidos en la lista de “Pueblos Bonitos de España”: Cantavieja, Puertomingalvo, Mosqueruela, La Iglesuela del Cid y como colofón, Mirambel. En todos ellos, la Orden del Temple dejó su huella en colosales edificios. 
Especialmente hermosos son los de Mirambel: el Castillo, la Casa Consistorial (palacio construido al más puro estilo renacentista de las lonjas), residencias nobiliarias como la Casa de Aliaga y de Castellot, iglesias, conventos y plazas. Sus estrechas callejuelas están plagadas de escudos, arcos, soportales y preciosos balcones medievales, conservados tras numerosas campañas de restauración, que le han otorgado a la villa premios internacionales.  
El centro histórico se halla rodeado por una muralla, construida en parte por los templarios, con diversas puertas de acceso, entre las que destaca el Portal de las Monjas que hoy os traigo. Se trata de una espectacular puerta decorada con celosías de yeso, adosada al convento de las monjas agustinas, otra joya arquitectónica digna de ser visitada, que guarda en su interior la Iglesia de Santa Margarita, en la actualidad, iglesia parroquial de Mirambel.


martes, 9 de agosto de 2016

SON LAS FOTOGRAFÍAS DE MIS VIAJES. Otawa. Canadá

La situación mundial ha cambiado mucho en pocos años.
Este hecho, que nos marca diariamente y nos golpea en cada noticiario, también ha supuesto un cambio en las formas de viajar y en los lugares de destino. Los que hemos tenido la suerte de visitar países ahora imposibles, como Siria, por ejemplo, nos podemos considerar unos privilegiados, así como aquéllos que visitaron lugares antes de que las hordas de turistas llegasen a sus playas, sus montañas o sus parques naturales y protagonizasen otras invasiones bárbaras a lo moderno. Pero también se han producido algunos pequeños cambios, casi imperceptibles, que hacen que el viajero note las estrictas medidas de seguridad que se han ido implantando desde hace poco.
Visitamos Canadá hace ya más de quince años, la Costa Este fundamentalmente, Toronto, Québec, Otawa, Tadoussac… Precioso! Quizás fue la primera vez que me enfrenté a la Naturaleza a lo grande, lagos, bosques rojos, ríos que parecían mares, abundancia de agua, ballenas en su hábitat natural, alces, ardillas en las ciudades, focas en las calas de la costa… todo nuevo para mí. 
Una de las visitas obligadas en Otawa, sede del gobierno de la nación, es la Colina del Parlamento. Un lugar maravilloso sobre el río del mismo nombre que preside la parte alta de la ciudad. En esa colina se encuentran el Parlamento y el Ayuntamiento de la ciudad, entre otros edificios bellísimos, todos ellos con los preciosos tejados de cobre que verdean bajo el sol y la lluvia. 
Particularmente hermosa es la Cámara de los Comunes, el Senado de Canadá, toda realizada en madera y con asientos tapizados de terciopelo verde, en la que los senadores representan a cada uno de los territorios de la nación en mandatos de cinco años.
La fotografía que hoy comparto es precisamente de esta sala y tiene valor histórico, puesto que en los últimos años se ha prohibido realizar fotografías a los turistas. Ya veis, lo que os decía, el mundo ha cambiado mucho en pocos años y la fotografía más, porque está hecha con cámara analógica y en papel, y su calidad deja mucho que desear. Pero antepongo el hecho de contar con ella a su valor artístico. Seguro que sabréis disculparme.