lunes, 27 de junio de 2016

SON LAS FOTOGRAFIAS DE MIS VIAJES. Bruselas. Bélgica

Uno de los tesoros con los que cuenta Bélgica y que muestra orgullosa a los visitantes es el chocolate. Si sois amantes de ese manjar, como es mi caso, Bruselas se convertirá para vosotros en un santuario, un lugar de peregrinación obligada en el que disfrutar de ese placer.
Numerosas son las chocolaterías, se cuentan por miles, en las que se pueden degustar las maravillosas especialidades realizadas con chocolate o asistir a demostraciones sobre su fabricación y procesado. No en vano sólo en Bélgica se producen 175 mil toneladas cada año, una cifra que, atendiendo a las dimensiones del país es desorbitada, aunque por tradición los belgas sean grandes consumidores de chocolate, con más de 8 kilos por persona. El resto, evidentemente, se destina a la exportación al mundo entero.
Los chocolates belgas tienen fama internacional, debido fundamentalmente a la pasión por conservar la calidad del producto mostrada generación tras generación, hecho que se demuestra por la negativa de aplicar una Directiva Europea que permite añadir una parte de grasa vegetal ajena al cacao para disminuir costes en la producción, continuando con la receta clásica que únicamente contiene manteca de cacao.
Famosas chocolaterías se encuentran cerca de la Grande Place o de la zona del Manneken Pis, entre las que destacan Neuhaus, cuyo antepasado Jean creó el primer praliné y el primer bombón, Marcolini, Godiva o Darcis en su versión más tradicional, y otras más novedosas como Zaabär y Planète Chocolat.
Me llamó poderosamente la atención la gran variedad de chocolates, con los más diversos ingredientes, dulces y salados, picantes y amargos, elaborados en grandes placas que se parten según el trozo que deseas mediante martillos de madera. Sólo resta pasar por caja, salir a la calle y empezar a degustarlo con pasión. 

Nota: Ya os comenté en otro post que sólo tengo una fotografía propia de mi viaje a Bruselas. La que hoy comparto es de uno de mis amigos, afamado fotógrafo, magnífico instagramer y mejor persona. 
https://www.facebook.com/angel.diazgallisa
Gràcies, Angel!

Foto: Angel Diaz

lunes, 20 de junio de 2016

SON LAS FOTOGRAFIAS DE MIS VIAJES. Singapur.

Uno de los tesoros que muestra Singapur, a lo largo de los paseos en barca por los canales, son las históricas casas de comercio chinas, las llamadas chinese shophouses. Estas antiguas viviendas surgieron durante la época colonial, a finales del siglo XVIII, como punto de intercambio entre los territorios más lejanos y los comerciantes europeos.
Después de la época colonial cayeron en decadencia y se convirtieron en talleres viejos y ruinosos, con la vivienda de los propietarios en las plantas superiores, lo que llevó a muchos de ellos al abandono o a ser pasto de los incendios, hasta que en 1973 la Administración compensó económicamente a algunos propietarios para llevar a cabo un plan urbanístico de la zona, desviando la actividad comercial a bloques enteros de edificios en el centro urbano, más acordes con la alta población y el crecimiento de Singapur.
Pero los propietarios que no quisieron vender entonces restauraron los edificios y han experimentado un renacimiento espectacular, con restaurantes, pequeños hostales, hoteles y casas de té. Algunos de estos edificios son considerados actualmente monumentos arquitectónicos y han aumentado su valor exponencialmente, así como los beneficios de sus negocios. Baste mencionar que alguno de ellos tuvo en 2010, año en el que visitamos la ciudad, facturaciones cercanas a los 4 millones de dólares USA.
Pero lo que no se puede negar es su belleza. Pasear por los canales en los mini-cruceros organizados para turistas, por cierto, cortesía de Singapore Airlines si realizas escala en Singapur, pasando por debajo del puente cercano al magnífico Hotel Fullerton, adentrarse en la dársena interior y encontrarte de frente con esas casas tan coloridas, es un espectáculo que no tiene precio. Además, numerosos bloques de edificios modernos situados alrededor de esa misma dársena han tomado como patrón ese maravilloso colorido y han incorporado en sus fachadas esos mismos puntos de color en sus arcos, persianas, paneles, etc.
Atended al consejo, aprovechad las escalas en vuestros viajes, aunque sólo sean unas horas. Siempre hay tesoros maravillosos escondidos por descubrir.

lunes, 13 de junio de 2016

SON LAS FOTOGRAFIAS DE MIS VIAJES. Estocolmo. Suecia.

El Museo más visitado de Escandinavia es el Museo Vasa de Estocolmo. Se trata de un museo inusual, exótico, cuanto menos, ya que en su interior alberga solamente una pieza: un velero y los restos de su naufragio.
Pero no se trata de un velero cualquiera, sino del único navío del siglo XVII, el Vasa, que ha llegado casi intacto a nuestros días, y no sin sufrir una azarosa vida plagada de avatares.
El barco, de cuyo nombre deriva el museo, fue diseñado como buque de guerra de la armada sueca en la época del Rey Gustavo Adolfo II Vasa. Llamado a convertirse en el emblema de la flota de guerra sueca fue concebido por los ingenieros navales más famosos de la época, que le confirieron una estética y funcionalidad acorde con la misión que debía desempeñar en el mar. Pero el rey no estuvo de acuerdo con el diseño y realizó diversas modificaciones en la estructura del navío con el fin de ampliar el número de cañones y alzarlos más sobre la superficie del mar.
El cambio en los planos hizo que los constructores e ingenieros tuvieran que ideárselas para compensar estas modificaciones y garantizar la estabilidad del buque. El acto inaugural, frente a los más importantes prohombres de Suecia, se produjo en 1628. El buque no llegó a navegar más de trescientos metros, hundiéndose en las gélidas aguas del Báltico con toda su tripulación, de la que fallecieron al menos 30 personas.
Tras trescientos años hundido, en 1961 fue reflotado y llevado a su actual emplazamiento, aunque se expuso al aire libre. El gobierno sueco decidió años después que debía adoptar medidas para evitar el deterioro del buque y construir un museo para albergarlo definitivamente.
Impresiona muchísimo ver un buque dentro de un edificio, os lo aseguro, pero si además éste mide 69 metros de eslora y cuenta con tres palos (Mesala, Mayor y Trinquete) con diez velas, el espectáculo es único. Es como volver atrás en el tiempo y disfrutar de la Historia Naval en primera persona.

lunes, 6 de junio de 2016

SON LAS FOTOGRAFÍAS DE MIS VIAJES. Sukothai. Thailandia

A las afueras de la ciudad de Sukothai se encuentra el templo de Wat Si Chum, famoso por alojar una gran imagen de Buda que puede verse por una estrecha abertura desde el exterior. El templo debe su nombre al árbol de Bodhi, como otros muchos templos tailandeses y del sudeste asiático, porque éste era el árbol en el que Buda meditó hasta llegar a la iluminación.
El templo data del siglo XIII y consta de un templete sin techo y una sala de oración. Pero lo que más llama la atención es precisamente el interior de este templete en el que se encuentra el Buda de Sukhotai, enorme, conocido como Phra Achana.
La imagen, de ladrillo estucado, está considerada la más grande de Thailandia, con más de 15 metros de altura y 11 de ancho. Es una imagen de transmite paz, con una expresión facial serena que puede divisarse desde la explanada frontal, ya que una estrecha abertura en forma de mandorla en el muro del templete deja al descubierto la parte central de toda la figura. Su semblante es tan relajado que los habitantes de Sukothai lo llamaron “El Buda tranquilo”, como relata una inscripción de piedra descubierta durante las excavaciones realizadas en el templo. 
La curiosidad es que su mano derecha está cubierta totalmente de pan de oro que los devotos budistas van colocando cuando se acercan a hacer sus ofrendas. Este pan de oro se compra en láminas finísimas en cualquier templo tailandés, junto al resto de ofrendas como flores de loto, barras de incienso, banderas de papel o frutas. Cuando los feligreses llegan a los pies de Buda, inclinan su cabeza con las manos juntas varias veces, depositan sus flores y sus frutas y pegan las láminas de oro a las ya existentes, formando una gruesa capa de oro al cabo de unos días. La foto está tomada justo a los pies de ese colosal Buda, y la que aparece en la foto soy yo, con veinte años menos. Así que la fotografía, esta vez no es mérito mío, es de mi marido.

miércoles, 1 de junio de 2016

SON LAS FOTOGRAFIAS DE MIS VIAJES. Polonnarua. Sri Lanka

El sitio arqueológico de Polonnarua muestra los vestigios de la antigua capital del segundo reino más antiguo de Sri Lanka, Polonnaru, que logró aplastar a los invasores Chola en el año 1070 y reunir todos los territorios del país bajo su dominio.
La ciudad alcanzó su punto máximo de esplendor durante los siglos X y XI, pero lamentablemente fue devastada por diversas invasiones en los siglos siguientes, aunque las ruinas de la ciudad muestran su antigua grandeza y gloria.
La ciudad antigua es preciosa. Pasear por ella es cómo hacerlo por un territorio enigmático, en el cual las formaciones pétreas van apareciendo frente a tus ojos dejándote sin habla. Construida alrededor de un gran lago artificial, Wepa Topa, el paseo te lleva a contemplar edificios palaciegos de más de cuatro pisos de altura, templos magníficos, edificios religiosos y docenas de lugares de estudio, almacenes, recintos amurallados, estupas, etc.
Especialmente curiosos son el león de piedra que protegía el palacio del rey Nissanka Malla, los bronces hindúes desenterrados del templo de Shiva, cuyos originales se encuentran en el Museo Nacional de Colombo, el libro en piedra más grande del mundo, escrito en sánscrito, Gal Potha, del que espero hablaros en otro post, y los espectaculares templos circulares en los que se aloja la divinidad. Un lugar, no en vano, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO con todo merecimiento.
Muy cerca de estas formaciones se encuentran también las estatuas de Buda más colosales de Sri Lanka, uno sedente, otro de pie y el más grande, tumbado, frente a los que los habitantes del país depositan sus ofrendas de flores. Pero este es un tema para otro post.