A lo largo de mis viajes he podido comprobar que, a pesar de
la distancia física que nos separa, los humanos nos parecemos mucho más de lo
que pensamos. Cuesta poco imaginar algunos aspectos, podríamos denominarlos
universales, que nos ponen a todos frente a los mismos sentimientos: el amor
por los hijos, el respeto a aquéllo que consideramos superior, la conmoción por
el Arte sea cual sea su expresión, la curiosidad por lo desconocido, la
fascinación por los fenómenos naturales y por la Naturaleza en sí misma...
Pero si en lo supremo nos parecemos tanto, en lo mundano sí
que somos muy diferentes. La forma de vestir, la alimentación, la vivienda, las
costumbres, el folklore, nuestro comportamiento personal y social, el concepto de higiene...
son algunos de los aspectos en los que presentamos más diversidad.
Pero a pesar de las diferencias en las viviendas en las que desarrollamos nuestra vida cotidiana, hay algo que me ha llamado poderosamente la atención. A lo largo y ancho de todo el mundo he podido constatar que todas las culturas utilizan alfombras, algunas simples esteras de materiales naturales, otras, principalmente las orientales, verdaderas obras de arte.
Desde Turquía hasta China, desde Escandinavia hasta Ciudad del Cabo, de Canadá hasta los Andes, de Japón a Nueva Zelanda, todos los pueblos cubren los suelos de sus hogares con alfombras. De pieles de animales (caribús, vacas, ovejas, renos, alces, cebras, leones, antílopes…), de lana (de oveja, cabra o camélidos), de fibras naturales (esparto, coco, bambú, yute, sisal…), algunos con fines decorativos exclusivamente, otros por necesidad, el frío, la arena y la humedad son enemigos que hay que combatir.
Es muy difícil encontrar un tour organizado que no acabe en algún taller de alfombras o de seda cuando viajas a países con tradición. Creo que hemos visitado más de veinte, pero curiosamente en todos hemos aprendido alguna cosa que en los anteriores no nos habían referido. El último en Armenia, en el que nos enseñaron un peine muy especial con el que, después de lavar con agua y jabón la alfombra de lana, le devuelven una suavidad difícil de explicar con palabras.
La fotografía no corresponde a esta visita sino a otra que realizamos en Uzbekistán. Allí aprendimos cómo distintas sustancias naturales (plantas, flores, minerales….) sirven de tintes para la lana. Son tan permanentes que no destiñen nunca y conservan los mismos colores de generación en generación.
Pero a pesar de las diferencias en las viviendas en las que desarrollamos nuestra vida cotidiana, hay algo que me ha llamado poderosamente la atención. A lo largo y ancho de todo el mundo he podido constatar que todas las culturas utilizan alfombras, algunas simples esteras de materiales naturales, otras, principalmente las orientales, verdaderas obras de arte.
Desde Turquía hasta China, desde Escandinavia hasta Ciudad del Cabo, de Canadá hasta los Andes, de Japón a Nueva Zelanda, todos los pueblos cubren los suelos de sus hogares con alfombras. De pieles de animales (caribús, vacas, ovejas, renos, alces, cebras, leones, antílopes…), de lana (de oveja, cabra o camélidos), de fibras naturales (esparto, coco, bambú, yute, sisal…), algunos con fines decorativos exclusivamente, otros por necesidad, el frío, la arena y la humedad son enemigos que hay que combatir.
Es muy difícil encontrar un tour organizado que no acabe en algún taller de alfombras o de seda cuando viajas a países con tradición. Creo que hemos visitado más de veinte, pero curiosamente en todos hemos aprendido alguna cosa que en los anteriores no nos habían referido. El último en Armenia, en el que nos enseñaron un peine muy especial con el que, después de lavar con agua y jabón la alfombra de lana, le devuelven una suavidad difícil de explicar con palabras.
La fotografía no corresponde a esta visita sino a otra que realizamos en Uzbekistán. Allí aprendimos cómo distintas sustancias naturales (plantas, flores, minerales….) sirven de tintes para la lana. Son tan permanentes que no destiñen nunca y conservan los mismos colores de generación en generación.